04
Jul

En equipo

Hacer equipo no es nada sencillo, sobre todo cuando se trata de talentos de alto nivel educativo, de significativa experiencia y con visión de crecimiento sostenido.

Los egos, las ambiciones y los intereses personales con facilidad pueden privar por encima del bien común, mientras se pierde el foco de la misión que les une. Claro está, no siempre esa misión está clara. No siempre cada pieza conoce el fin último del engranaje, como no siempre cada parte conoce el objetivo del todo.

Lo anterior es suficiente caldo de cultivo para generar situaciones en las que un equipo se aleja del cumplimiento de su misión, mientras individualidades creen ir logrando sus misiones personales para, más pronto que tarde, darse cuenta de que les pudo ir mucho mejor si el equipo en pleno lograba su cometido.

Pero si eso es natural en cualquier equipo humano ante las circunstancias  más cotidianas, ¿hasta dónde se puede llegar en los escenarios más adversos y desafiantes? Existen al menos dos posibilidades.

La primera es que las batallas innecesarias aumente su frecuencia e intensidad. Que los unos y los otros estén permanentemente procurando sobresalir por encima del otro, y que en consecuencia inviertan tantas energías en el logro propio como en el fracaso ajeno, para que su éxito sea más visible y reconocido.

La segunda es que la adversidad les haga reaccionar; que ante el desafío cada miembro de equipo se haga consciente de la importancia del otro para llegar al destino deseado, y que entonces toda la energía individual esté enfocada decididamente en sumar al logro colectivo.

Los balances que va generando cada escenario también son diametralmente opuestos. En el primer caso son muchas las pérdidas, las de quienes huyen y las de quienes quedan heridos o anulados. En el segundo el equipo se fortalece por la convicción de que no tiene otra opción diferente a salir adelante.

Pero este último escenario no se da por inercia o por generación espontánea.  Requiere liderazgos dispuestos a restearse aferrados a la certeza de que juntos son indetenibles, listos para dar la cara con el orgullo de quien sabe que saldrá victorioso, conscientes de que es en las malas cuando se mide la capacidad real para liderar y lograr.